No
pienso, no me quejo,
no
disiento, no duermo.
No
me lanzo ni al Sol, ni a la Luna,
ni
al mar, ni a la nave.
No
siento el calor de éstas paredes
ni
el verdor del jardín.
Ya
no espero la dádiva
que
anhelaba y soñaba.
No
me alegra la mañana
ni
el tranvía su correr sonoro.
Sin
el ver el día vivo,
olvidada
de la fecha y del siglo.
Sobre
una cuerda a punto de partirse,
soy
una pequeña volantinera.
Soy
una sombra de la sombra de alguien.
Soy
una lunática de dos lunas oscuras.
Rusia
Moscú,
8 de octubre de 1892
Yelábuga,
31 de agosto de 1941
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