¡Ojalá vuelvas a
tu desorden, y el mundo al suyo. La asimetría
es juventud. No
se mantiene el orden más que el tiempo que se tarda en odiar su carácter de
mal. Entonces se avivará
en ti el deseo
del porvenir, y cada peldaño de tu escalera desocupada y todos los rasgos
inhibidos de tu vuelo te llevarán, te elevarán con un mismo sentimiento gozoso.
Hijo de la oda ferviente, abjurarás del gigantesco enmohecimiento.
Los solsticios
cuajan el dolor difuso en una dura joya adamantina. El infierno a su medida que
se habían esculpido
los limadores de
metales volverá a bajar vencido a su abismo. Delante del olvido nuevo, la única
nube en el cielo
será el sol.
Mintamos
esperanzados a quienes nos mienten: que la inmortalidad inscrita sea a la vez
la piedra y la lección.
René Char
Francia
L'Isle-sur-la-Sorgue,
14 de junio de 1907
Paris, 19 de
febrero de 1988
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