Al final de este
poema, partirás. Después de
la mordedura
vana de mi silencio y de las piedras
que te he
arrojado al corazón, la poesía es la última
coincidencia que
nos une. Al escribir
este poema, la
misma neblina que impide la
memoria límpida
de los sueños y confunde los
navíos
llevándolos a un mar desconocido
se adentra en
mis ojos – porque es difícil
mirarte en este
preciso instante sabiendo que
no estarías aquí
si yo no escribiese. Y yo, que
sigo amándote en
sordina, con esa inercia
sobria de las
montañas, te ofrezco palabras, y no
besos, porque el
poema es el único refugio donde
podemos repetir
la luz de los antiguos encuentros.
Pero ahora me
pides que pare, que me detenga aquí,
que escriba solo
hasta el fin de esta página
(que, como las
demás, será solamente tuya – ese
beso que ya no
deseas de mis labios). Y yo,
que aprendí todo
sobre las despedidas pues la nostalgia
nos hace adultos
para siempre, sé que te perderé.
En todo caso al
final del poema partirás;
y con tu partida
se desvanecerá
la última
coincidencia que nos une.
Maria do Rosário
Pedreira
Portugal
Lisboa, 1959