22 diciembre 2018

Alfredo Pérez Alencart: Mujer de la mañana

También te amo
cuando tu rostro me despierta a las siete y treinta
e inaugura el nuevo día con la ternura
de unos labios carentes de carmín.
Contemplarte refugiada entre las sábanas
resulta suficiente para trazar la caminata
que supera el desencanto y encara
el agrio jornal y la envidia de quienes escrutan
demasiado el insistente vuelo.
Me despierto y la oscuridad es algo menos.
Luego piso con ganas las sombras huidizas
y constato que existo sin puntos suspensivos:
Hay suficiente música de fondo en tu quietud
que – embriagado por el exceso – busco
abocetar en el fondo de mis ganas.

No abro la ventana aún.
La intimidad deja huellas de timidez, de torpezas
o de placeres imborrables. La mesura se impone
en estos minutos apacibles donde el amor de uno
se mastica en silencio, con los gestos que permiten
ir tejiendo – de locos presagios – la piel
o el vergel que te recubre.

Me fuiste enviada para evadir el naufragio cotidiano
y por ello te soplo un beso ingenuo
mientras salgo en busca del jornal.
Alfredo Pérez Alencart
Peruano-Español
Puerto Maldonado 1962

2 comentarios:

Ricardo González Trapeillo dijo...

Hermoso poema, diáfano. Felicitaciones.

María Valle dijo...

Me ha encantado este poema.